drama está en nosotros: somos nosotros y sentimos impaciencia por representarlo, como si desde lo más íntimo nos empujase una pasión.
(con menosprecio y con pérfida gracia matizada de impudor)
¡Ah, mi pasión! ¡Si usted la conociese...! ¡Si usted conociese mi pasión por él...! (Indicará al padre y hará un gesto como para abrazarlo, pero después prorrumpirá en una ruidosa carcajada).
(con ímpetu colérico)
¡Tú, ahora, a tu sitio! ¡No te rías de ese modo!
¿Que no me ría? ¡Pues van ustedes a ver, aun cuando sólo hace dos meses que soy huérfana, cómo bailo y cómo canto! (E insinuará con malicia, el «Guárdate de Tchu-fhin-TcJiu», de Dave Stamper, reducido a fox-trot o One-Step lento, de Francis Salabert):
Les chinois sont un peuple malin de
Shangai a Pekín,
lis ont mis des écriteux par-tout:
Preñez garde a Tchou-Thin-Tchou.