aquella nación con el nombre más amplio de «Commedie dell' arte», a cuyo género se le opuso la «Commedia erudita», escuela esta última que constituyó un esfuerzo de los poetas para depurar el teatro de aquella época [1].
Y aun siendo innumerables los nombres y las formas de nuestro teatro, nada hay que corresponda, espiritualmente, con la «commedia da fare», que no es en substancia sino la «commedia dell' arte». Quizá conserva este género un parecido con las comedias atelanas. Pero en la historia del teatro español no hay género entre los conocidos con los nombres de farsa, comedia (de enredo, de figurón, de costumbres), paso, auto, entremés, coloquio, etc., etc., que tenga más que un leve parentesco. A título de curiosidad tan sólo, y porque juzgamos, además, exacta la razón del dicho de Cervantes: «No hay traducción que no sea un tejido visto del revés» (pero más enrevesada, todavía, la urdimbre, si no se intenta poner luces allí donde el genio de la lengua propia fué menos expresivo que el de la lengua extraña), hemos creído que al lector debíamos ofrecerle un desagravio a nuestra licencia; pues, si Pirandello apellida «commedia da fare» la bautizada con el nombre de Seis personajes en busca de autor, y nosotros, libremente, le atribuímos un linaje, no diferente en el espíritu, pero sí en la letra, sin otra garantía que la del silencio, sobre ser descortesía hacia quien lee, pudiera parecer otra cosa. ¡Tantas han ocurrido desde que el traductor de César Cantú supuso que éste no había leído el Quijote porque se atrevió a escribir en su Historia universal: «el ingenioso hidalgo Don Miguel de Cervantes Saavedra», como muchísimos años después había de repetir nuestro Navarro y Ledesma...!
- ↑ Lit. y arte dramático en España, por el conde de Schack.