Ninguna comedia de Luis Pirandello es tan comentada,
como Seis personajes en busca de autor: ninguna es tan
audaz y nueva como ésta. Si escénicamente vive ante el
espectador con los atractivos de una originalidad o de una
novedad reveladoras de una técnica felicísima, literariamente,
estéticamente palpitan en ella las inquietudes y los
afanes de un innovador, no por jactancias o alardes que
tienen su sede en el rebuscamiento o en el culteranismo,
sino porque una pasión agita su alma o grita y pide vivir,
vivir en el arte.
Luis Pirandello, no sufre la superstición del éxito: tiene la devoción de la naturalidad. No hay en sus obras concesiones que las afeen, ni vacilaciones que las debiliten. Escribe de la vida como siente que la vida es: sus asuntos, ni son paradójicos, ni inverosímiles. Aunque lo fueran, gustarían por su agudeza y por la felicidad de sus imágenes, de sus contrastes, de sus recursos, de una inventiva y de un ingenio inagotables. Pero, además, y sobre todo esto, que ya es estimable (cuando serenamente nadie ha de negar la extrema angustia del Teatro en este período y en todas las culturas), Pirandello no se ha pro-