lenta y ocasional. Por lo demás, extraña que siendo el hiper- toróideo eminentemente impulsivo, realice con calma su con- ducta delictuosa. Los delincuentes contra la propicdad predo- minan entre ellos, y, hecho curioso, evidenciado por Vidoni, se descubre la frecuencia de los ladrones en la variedad: atlética hiperpituitárica, con falanges largas y excesivamente móviles.
Aquí vemos, pues, en el dominio criminológico, componen- tes orgánicos y hereditarios, es decir, temperamentales, que con- dicicnan las transgresiones y anomal'as de los instintos de ofen- sa-defensa. Por su parte, el psicoanálisis ha creado una teoría del delito en que se estudia las desviaciones psicogenéticas del instinto. Su análisis nos llevería muy lejos. Baste con señalar que al culminar la evolución de la libido, se organiza un su- per-yo que ejerce el mandato de la censura. La hipermcralidad masoquista, “esa conciencia de culpa”, sería suficiente para engendrar el delito “por autoacusación”, es decir, por la bús- queda del sosiego, y la purificación consiguiente, en el castigo que el criminal se inflige a sí mismo.
En dos ejemplos se de la misma duzlidad explicativa. Al ho- mosexual se le justifica amparándole en una constitución en- dócrina u orgánica especial, mientras el psicoanálisis le brinda su protección en un causalismo psicológico que le habla de la detención y fijación anómalas de sus fuerzas sexuales,
Una variante de homosexualismo, don Juan, merece que Ma- rañón le comprende osianándole la categoría de intersexualided biológica, mientras Stekel, un psicoanalista profesional. y Le- normed, dramaturgo freudirno, hallen en él al desgraciado per- sonaje que truncó su libido em los remotos tiempos de la infancia.
¿Qué impresión podemos sacar de todo ello? Ninguna otra que esta: Caracterología o ciencia de la constitución y psico- análisis, desde hoce mucho tiempo, se buscan porque se me- cesitan para entender y mirar al hombre unificando la pers- pectiva.
Y no puede ser de otro modo. Ambos sen comuneros del vasto campo del instinto. Este, como atributo de herencia, agerra en condiciones morfológicas, fisiolóaicas y biológicas, que en sí mismos ya son una unidad: mas, hasta tal punto no pasa a constituir una directiva. un pobre esbozo por llenarse, que se autolimita difícilmente en sus ondas endógenas. Carente de contenido, la experiencia habrá de proporcionárselo; incone-