dicos que no asienta en el campo vital de nuestras tendencias y aspiraciones; es decir, todo aquello que se ha encastillado en el a-priori racionalista, y que por esto no se nutre con los jugos vitales de nuestra persona biológica y sus afectos y deseos, ha precipitedo el movimiento de contrabalanceo por el que los poderes del instinto, las fuerzas dionisiacas, en franca rebelión, han logrado captar la hegemonía sobre la. conducta humana. Y no es que razón y vida sean los dos términos de una disyuntiva absoluta, pues siendo dos modos de una misma existencia, se compceretran en una única realidad, en cuanto se dan juntas. Lo que sucede es que los principios y las con- cepciones teoréticas que no se los vive, que no despiertan nues- tra fe, forzosamente han de divorciarse de la vida que no ade- cúa para ellos sus cargas afectivas, verdaderos resortes subje- tivos y espontáneos de la personalided. Precisa, pues, que cada época proporcione y unifique la vida que palpita en su entraña con el espíritu que resuena en el ápice de su ser. Así lo ha observado clarividentemente el filósofo hispano Ortega y Gasset, en su libro “El Tema de nuestro Tiempo”.
De lo expuesto fácil es deducir el porqué de ciertos signos tí-- picos de la mentalidad del hombre moderno. Así, la excesiva sugestión que le ofrecen los temas de la psicología. - Mas no yu esa psicología estéril de la reflexión y el racionalismo. La psi- cología profunda, que se abisma en la esfinge del inconsciente, foco originario del deseo, y aquella otra que concretamente es- tudia y comprende los múltiples casos de las conductas que se objetivan, resultan los puntos de fijación de la sensibilidad contemporánea. Más aún, allende estas directivas, conocemos al hombre cuyo fervor constituyen las misteriosas investiga- ciones y lucubraciones en el ámbito superlativamente irracio- nal de la teosofía, de la metapsíquica y de la parapsicolo- gía.
Incomparablemente más amplio y de mayor envergadura científica, representa el psicoanálisis, la culminación de la psico- logía del inconsciente, en forma científicamente sistematizada.
El psicoanálisis, afecto de grandes poderes de difusión, sa- cude hoy variadas capas intelectuales de la organización social, Su expansión libresca, explotando la curiosidad sexual de las gentes, sacrifica su auténtico contenido en aras de un indecente exhibicionismo. Aun las divulgaciones científicas, dedicadas ul -U) DUANQ D] AP avsod p “ozod ou ua usfnqr3uo) “omqnda uD1b