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mente a la restricción que el temor del sexo impone a su curiosidad”.
No puede haber inteligencia sana y clara, si no hay vida se- xual normal.
La vieja moral envenena el amor,' destruye la áicha. La ero- tización, libre de prejuicios, constituye acaso el único medio eficaz para la armonía de la pareja humana. Bajo el término “erótico” debe comprenderse la totalidad de los hechos que se refieren al amor sexual, como unidad sensual psíquica.
“La moral convencional —continúa Russell—, llena al amor de miedo, de mutua incomprensión, de remordimiento, de alteración nerviosa, separando en dos regiones, el impulso corporal del sexo y el impulso espiritual del amor ideal; ha- ciendo bestial a uno; estéril a otro. Hay que sintetizar los dos. La naturaleza animal y la espiritual no deben ser incom- patibies, sino fundirse en una sola. El amor libre y elevado une espíritu y cuerpo. Temer al amor, temer al sexo, es.termer a la vida y los que temen a la vida, ya están medio muertos”.
El sexo debe ser enseñado a la juventud, como el factor más importante de la biología humana. Como un fenómeno en el cual el instinto y el arte forman una síntesis maravi- llosa.
“La unión sexual —dice Mary Ware Dennett—, deberá ser mirada como un goce, como lo que compensa, completa y per- fecciona la vida, no como una enojosa herencia de los ““ani- males inferiores”. No se entonará ningún canto a la virtud, en su sentido burgués, ni a la pureza”.
No se tratará hipócritamente, sino de manera cordial, acer- ca de los peligros sexuales y las enfermedades venéreas. Se inculcará el placer normal y se condenará el libertinaje.
En todas las escuelas se enseñará de una manera franca y serena, la anatomía y fisiología sexuales, como si se enseñara la constitución y fundamento de cualquier otro órgano del cuerpo humano. El hablar de lcs huesos, nervios, circulación, órganos digestivos, respiratorios, etc., y no decir nada del se- xo, ha sido uno de los errores de la educación. Será necesario un profesorado mejor. En las escuelás de niñas, se evitará las maestras solteras, que puedan ser “emocionalmente analfabe- tas”. Las solteras que no han tenido vida sexual, no son apro- piadas para educar sexualmente a la juventud. El maestro