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jer, así como su igualdad política y social respecto del hom- bre.
En el Japón la prostitución fué admitida y respetada como una carrera e incluso la adoptan las muchachas a instancias de los padres. Con frecuencia es el medio mejor para reunir una dote destinada al matrimonio.
En psiquiatría se ha señalado un tipo especial, el de la pros- titución congénita, que corresponde, en el hombre, al tipo de vagabundo congénito.
La civilización moderna ofrece dos extremos asombrosos: la prostitución y el claustro. Tanto la monja como la cortesana, son casos patológicos. Contradicen las leyes de la naturaleza y los instintos fundamentales de la vida. A la monja y a la prostituta hay que considerarlas como verdaderas desviadas sexuales,
Vidoni ha encontrado en las prostitutas hipofunción de los ovarios, caracteres viriles provocados por ella, alteraciones en- dócrinas y esterilidad. En otros casos hay, según Pende, hi- pergenitalismo, fenómeno que se presenta en la mayoría de los delitos sexuales.
En la delincuencia femenina juega un rol importante la glán- dula tiroides.
En el embarazo hay trastornos psíquicos que pueden llevar a la mujer al delito. Se puede afirmar la posibilidad de la de- lincuencia pasional en la edad crítica, durante la cual apare- cen extravíos como la corrupción de menores y el homosexua- lismo.
Pueden presentarse en el climaterio las paranoias, el erotis- mo, el exhibicionismo, la cleptomanía, el alcoholismo y la ten- dencia al suicidio. No sólo pueden aparecer estos fenómenos en la menopausia natural, sino también en la artificial, produ- cida por la castración ovárica, siempre que anteriormente haya existido predisposición nerviosa en la mujer.
En muchos casos, las perversiones sexuales, son “de gentes que obedecen al mandato de sus secreciones internas, pertur- badas por la disminución de las hormonas excitantes de los caracteres de su sexo (menopausia precoz), y por la reviviscen- cía de las hormonas que excitan los caracteres sexuales del sexo contrario y que acaban por predominar en su organismo.”
Prristd tres razones fundamentales para combatir la prostitu- ción: