ESQUEMA SEXUAL 213
enérgica protesta de los hombres de ciencia italianos. El Có- digo español de la República no contiene ninguna sanción para el homosexualismo. Tal victoria de la nueva ética, se debe a la campaña desarrollada por los prestigics más altos de la cien- cia española.
La “Sociedad de Psiquiatras Suizos” aceptó la doctrina de que “la homosexualidad verdadera es el síntoma de una abe- rración sexual psicopática de naturaleza constitucional” (1914). No obstante esta doctrina, el proyecto suizo de 1918 declara punible la inversión.
También Prostius opina “que la homosexualidad está vin- culada a la fórmula individual endócrina, hasta el punto de que es posible modificarla, con medios susceptibles de provo- car un cambio de dicha fórmula.”
Gina Lombroso, opina que los caracteres somáticos y psí- quicos de los psicópatas sexuales se deben a alteraciones endó- crinas y pueden ser, si no ccrregidos, por lo menos atenuados.
Mario Carrara afirma que el hemoerotismo está condicio- nado por especiales alteraciones hormónicas. “Con esta inter- pretación —dice—, el fenómeno adquiere un aspecto nuevo, debido a las últimas investigaciones anatómicas y experimenta- les. Antes se creía que el fundamento scmático había que bus- carlo más en los centros nerviosos que en los cuerpos geni- tales. Hoy se piensa en una anomalía de los genitales. Los datos de hecho para estas hipótesis son que el trasplante de un cuerpo genital femenino en uno masculino y viceversa, de- termina mcdificaciones somáticas, y, especialmente, en los ca- racteres sexuales secundarios, por Jo que la impronta especi- fica del sexo tiende a cancelarse, y al mismo tiempo se estable- ce una aguda tendencia a la homosexualidad. Se obtiene, ade- más, con este medio, un verdadero hermafroditismo experi- mental”.
En hombres y animales homosexuales en que se examina- ron histclógicamente los cuerpos genitales, se encontró, junto a la atrofía de los tubos seminíferos, la existencia de células in- tersticiales y puberales típicas para el testículo y elementos semejantes a los del cuerpo del ovario.
La falta de tipos de células intersticiales endócrinas, carac- terísticas de los dos sexos, demuestra que no existen dos hor- monas cualitativamente diversas, una para cada sexo.
“Estas conclusiones —dice Ruiz Funes—, pueden extender.