ESQUEMA SEXUAL 191
lítico, una tendencia de bajo nacionalismo. Ya Lenin nos enseñó que el imperialismo es la etapa superior y última época del régimen capitalista.
Al político imperialista no le importa que lus niños padez- can hambre, que los hogares pobres estén torturados cotidia- namente por el espectro de la miseria, que el padre trabaje has- ta destrozar su salud y que toda una familia se amontone en una buhardilla antihigiénica y oscura. Sólo soldados y más sol- dados, ambiciona el político imperialista,
Igualmente, el patrón, el dueño de fábrica, quiere brazos, más brazos, para acrecentar su riqueza, para que multiplicán- dose la demanda de trabajo por parte de la clase proletaria, les sea a ellos fácil aumentar las horas de labor y disminuir los jor- nales.
Es natural que al incrementarse la población con el crite- rio imperialista-burgués, es deficiente la calidad de los hombres, Las familias de las clases media y proletaria, no pueden dar a muchos hijos una educación satisfactoria. En cambio, el cultivo y sostenimiento de un solo hijo, o a lo sumo de dos, es empresa que pueden realizar con éxito los hogares de me- diana situación económica.
Pero el “birth control” no determina los límites de la ma- ternidad, ni legisla sobre el número de descendientes que de- ben tener las parejas humanas. Sólo quiere que el nacimien- to de un niño sea fruto del razonamiento; que el hombre en- gendre el número de descendientes que pueda educar y man- tener; que las mujeres tengan los hijos que quieran; pero que, al contrario de lo que enseñaba la moral antigua, el embarazo no sea una consecuencia trágica del placer sexual. En síntesis: el hijo es voluntario. Cuando se lo desea, se lo tiene; si no es conveniente su venida, se goza del sexo, pero evitando la fe- cundación.
El segundo obstáculo que encuentra el “birth control” es la oposición de la iglesia católica. Al dios cristiano, como al alto burgués, como al político imperialista, no le importa que la mi- seria torture a los seres humanos. Sólo quiere tener el mayor número posible de adoradores. Se parece a las mujeres coque- tas.
Quierg el dios cristiano que hombres y mujeres sólo puedan gozar del sexo, cuando previamente le hayan pedido permiso a él. Si los fieles no lo hacen, el dios se siente ofendido y los