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176 HUMBERTO SALVADOR

Así creen los más altos prestigios de la ciencia. Cito algunas opiniones ilustres.

El doctor Vieytes: ““El castigo del autoaborto no tiene fun- damento ni en la justicia ni en la equidad, ni en la defensa de la sociedad, y es, por tanto, arbitrario.”

El doctor Klotz Forest: “El feto no es un individuo, por consiguiente, el aborto mal puede ser un delito.”

El doctor Ritter von Listz: “El feto no es todavía un su- jeto activo de derecho y el aborto no es delito”.

El doctor Emilio Garcon: “La tentativa de aborto no es punible nunca y esta opinión es la de la gran mayoría de los autores.”

El doctor Adolfo Prins: “La ley actual, castigando el abor- to y dicfendo a los seres degenerados: guardad vuestros hijos o la justicia caerá sobre vosotros, hace del hogar una escuela de vicio.”

El doctor Leumbach: “Toda amenaza lega] contra el abor- to debz desaparecer. Toda mujer que quiera interrumpir su embarazo, debe tener la posibilidad y los medios de hacerlo, exigiendo únicamente que la interrupción de la preñez se lle- ve a cabo por un médico y con las máximas seguridades y garantías. El aborto es, desde luego, un mal, aunque hayamos de juzgarlo como un mal menor. Pero sólo podrá ser derro- tado:

a) por una divulgación extensa y razonada de los proce- dimientos anticoncepcionales;

b) por medidas sociales que protejan a la madre soltera, que hagan que la venida de los hijos sea recibida con alegría y con sentimiento de plena responsabilidad;

c) reconocimiento de la interpretación de que toda unión con apariencia matrimonial ofrecerá las máximas garantías mo- rales a la familia y a los hijos ante la opinión del mundo. Los términos “niños ilegítimos”” y “madres solteras” deben des- aparecer por completo”.

El aborto voluntario sigue siendo un delito ante la opinión de los malcs médicos, de los legisladores incultos y, en gene- ral, ante las mentalidades reaccionarias, incapaces de compren- der el espíritu contemporáneo.

Si bien existe en el feto una vida, no es independiente de la vida de la madre, por lo que ésta tiene derecho de disponer de ella, como de una parte integrante de su propio cuerpo. “Así