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ESQUEMA SEXUAL 173

mujer, debe considerarse desde el punto de vista biológico- cultural;

b) La actitud de la ley, institución social, es decir de un modo de actividad establecido para la realización de ciertos fines dentro de la sociedad, frente a aquellas instituciones que pueden caracterizarse como sexuales; y,

c) La actitud de la ley, frente a la conducta sexual de ca- da individuo.

Estos tres problemas, no son en el fondo, sino aspectos de un problema único: la adaptación institucional.

“El hombre —dice Havelock Ellis—, desde el principio de la humanidad, ha sido un animal sexual, un descendiente de otros animales sexuales”. Y Wells, añade: '““Confesemos to- dos que somos unos terribles sexuales y obremos en conso- nancia con nuestra naturaleza”.

Pero ¿qué ideas de lo bueno y de lo malo deben pasar a ser ley? Unicamente las que se basan en la biología y en la igualdad económica y social de todos los seres humanos.

El concepto del acto criminal, en lo referente al sexo, se ba- sa en las normas emanadas de la civilización y no en el cono- cimiento de las leyes naturales.

“La moral burguesa es una suplantación de la verdad bio- lógica”. Como la ética cambia con la cultura, toda ley que se funde en sus corolarios. será ley artificial.

Mientras la legislación sobre el sexo no esté basada en la biología, será inadecuada. La ley actual no favorece al indivi- duo para que satisfaga su hambre, ni para que realice la fun- ción sexual cuando necesita de ella. Los códigos están separa- dos de la vida.

El sexo suele ser factor importante en el delito. Un gran número de delincuentes tienen o han tenido enfermedades ve- néreas. En casi todos los casos de s;filis primaria o secundaria, el líquido céfalo-raquídeo sufre las consecuencias de la infec- ción. Hay un gran porcentaje de zoospermas deformados en el semen de los sifilíticos. Siendo la sífilis una infección crónica, y causa de muchas enfermedades mentales, engendra a la gran mayoría de los delincuentes, como lo demuestran las investi- gaciones hechas en las penitenciarias. Un alto número de pe- nados tienen la terrible enfermedad. El cincuenta por ciento de la población infantil de las escuelas correccionales, presentan