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160 HUMBERTO SALVADOR

miten tratamientos que están basados en los fundamentos del psicoanálisis y se ha demostrado que en estas enfermedades es posible la curación por métodos analíticos. Tales fenóme- nos prueban la armónica unidad del soma y la psiquis.

La vida de la gran mayoría de los hombres, sobre todo en los pueblos cultos, presenta rasgos neuróticos más o menos le- ves, en los cuales no hay histeria ni neurosis obsesiva, pero que conviene extirpar. En estos casos, también tiene éxito el tratamiento analítico.

Muchos médicos opinan que para estas pequeñas anorma- lidades no es necesario un análisis completo y que bastan po- cas horas para curarlas.

Hay que tener presente que la psicoanálisis es una interven- ción profunda en el alma del enfermo. Existe el peligro del exceso de análisis, y en este caso, el enfermo no se cura des- pués del tratamiento, porque se han descubierto capas dema- siado hondas de su alma y este fenómeno es fuente de nue- vas torturas.

El excesivo análisis descompone la vida anímica, destroza la máquina psicológica, ya que el hecho de que la naturaleza oculte las relaciones más íntimas de la vida espiritual, obede- ce a un sentido profundo. No tcdos los hombres tienen fuerza interior suficiente para completar con serenidad los secretos del alma al desnudo, y menos aún los neuróticos. Por eso, antes de comenzar el análisis, es necesario examinar si el en- fermo será capaz de dominar sus resultados y según el fruto del examen, el médico limita el empleo del psicoanálisis.

Otra cuestión importante, es la capacidad intelectual del en- fermo; no es necesario que éste sea culto, pero sí que pueda seguir juntamente con el médico, el desarrollo del análisis y comprenda lo que es una realidad anímica.

Por otra parte, el análisis procura un conocimiento tan hon- do de la estructura del alma, que aún los hombres sanos, —+en la hipótesis de que los haya completamente—, obtienen gran fruto espiritual y mejor ánimo para la vida.

No debe ser analizado el ignorante. Tampoco el idiota o el imbécil. El tratamiento de las locuras “a gran orquesta” se- gún la expresión de Kraepelin, corresponde a la psiquiatría, no al psicoanálisis.

La terapéutica psicoanalítica, en general, es inaplicable a los