144 HUMBERTO SALVADOR
Freud llama también al psicoanálisis psicología abismal o de profundidad, ya que es una verdadera convivencia psíquica cn- tre des personas que trabajan juntas espiritualmente.
La regla fundamental del psicoanálisis que formula Freud, es ésta: “El paciente debe decirlo todo; no debe parecerle na- da demasiado insignificante, nada demasiado insensato, nada demasiado desagradable.”” Si la norma no es obedecida, el aná- lisis no puede efectuarse. Pero si se la sigue con fidelidad, poco a poco va surgiendo un cuadro completo de la estructu-- ra anímica del enfermo. El conjunto es sombrío, extraño, des- cencertante. La psicoanálisis ha descubierto al médico las en- crucijadas más profundas del espíritu de su analizado. ¡la he- cho flotar hasta la conciencia las capas más hondas dei alma humana.
La técnica esencial del psiccanálisis es sencilla: los pensa- mientos se enlazan con los pensamientos; el enfermo habla, relata; el médico interpreta. Pero este esquema de extraor- dinaria simplicidad, está lleno de obstáculos en la práctica.
Freud hace que el enfermo se tienda en una “cha1se-longue”. Escucha lo que dice el paciente, sin ser visto por él. La habi- tación está silenciosa, tranquila. Huye de ella el dinamismo exterior. La psicoanálisis es una confesión general, una cere- monia extraña en la que el hombre desciende hasta sus abis- mos más sombríos. La psicoanálisis es una ceremonia mara- villosa y brutal.
Adquiere inesperada juventud la suprema norma de Sócra- tes: ““Conócete a ti mismo”.
Puede el enfermo tomar la huella del pensamiento que le ofrece una asociación libre y relatar. Transcurrido mucho o poco tiempo del monólogo, surge brusca, sorpresivamente, la interrupción.
Tiene entonces el silencio una importancia extraordinaria, porque él significa que la resistencia ha aparecido ya. Se ma- nifiesta la fuerza de la represión, que se opone a que un con- tenido anímico llegue a la conciencia.
Debe entonces profundizarse la investigación. Hacerse pre- guntas tenaces. Después de penosos rodeos, van surgiendo, lentamente, los contenidos anímicos del enfermo, que fueron rechazados por la resistencia.
Pero el análisis, cuando es superficial, no puede descubrir las profundidades del alma, ya que sólo siendo muy hondo