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ESQUEMA SEXUAL 135

El desenvolvimiento de la libido comienza por las organi- zaciones pregenitales. La oposición entre lo masculino y lo femenino, no ha aparecido aún. Sólo se halla activo y pasivo. Se caracteriza esta época:

a) por el instinto de dominio;

b) por la actividad erógena de la zona anal.

Ely Jelliffe bosqueja cuatro períodos de crecimiento:

1* desde la concepción hasta el nacimiento;

2* desde el nacimiento hasta la edad de siete años;

3* desde los siete hasta los catorce años;

4* desde los catorce años hasta la edad adulta.

“¿Cada uno de estos períodos —dice—, representa un esque-

ma maravillosamente elaborado para revivir el pasado, por medio de una recapitulación magistral”. - Los nueve meses de la vida uterina repiten, sintéticamente, la experiencia biológica instintiva, Cuando nace, es el niño una máquina prácticamente completa, apta para el desarrollo. La totalidad de sus mecanismos vegetativos y neurológicos, fun- ciona ya. Todas las influencias prenatales están inscritas: la herencia, los factores constitucionales. Desde el punto de vis- ta de lo inconsciente y para el análisis de la vida del instinto, este período es de gran importancia.

Con el nacimiento viene un nuevo desarrollo, con una ra- mificación enorme de los mecanismos sensoriales y motores. Desde entonces hasta la edad de siete años, más o menos, se atraviesa un nuevo período de recapitulación de la experien- cia de la especie. Este es el período autoerótico, durante el cual el niño, para vivir, tiene que conformarse con la experiencia de los sentidos.

En el período infantil, el principio de placer busca la con- tinuidad de la satisfacción. Freud emplea los términos “satis- facción erótica'” para designar ésta en sentido general. Con- cretamente, quiere decir la gratificación con el placer corres- pondiente, al área sensorial que lo requiere. Así, puede haber erotismo respiratorio, labial, gástrico, uretral, anal, cutáneo, muscular, olfatorio, etc. La expresión ““autoerotismo”” tampo- co se refiere únicamente a lo genital. En las primitivas etapas del niño, cada área libidinosa busca su propia satisfacción. Por tal motivo, Freud llamó al niño “perverso polimorfo”.

El niño no reconoce conscientemente ninguna perversidad. Sólo hay un anhelo por la riqueza de la satisfacción sensual,