122 HUMBERTO SALVADOR
de inferioridad. Surge entonces en la niña un sentimiento de envidia, ante la hipótesis de que ella ha sido castrada. Desea ser muchacho. Una de las derivaciones de este complejo es el masoquismo.
Hay también sádicos y masoquistas psíquicos.
El estado actual de la ciencia, permite considerar a los fe- nómenos de exagerado fervor religioso, como un conjunto de hechos anormales, cuya esencia es el extravío sexual.
A las más extrañas perversiones conduce el ascetismo, Jun- to con el misticismo suelen surgir la histeria, la mitomanía, la anonimografía, la rigidez, la anafrodisia, el homosexualis- mo, el sadismo, el masoquismo, y, en general, un conjunto de neurosis.
Una gran mayoría de los sacerdotes de las religiones, en todos los pueblos y en todos los tiempos, fueron verdaderos extraviados sexuales.
El celibato religioso no se encuentra en los orígenes del cristianismo. Cristo recomendó la reproducción y no fueron célibes sus apóstoles.
Posteriormente, Tertuliano, Jerónimo, hablaron en favor de la castidad.
La vida monástica nació, según Renán, del siglo III al 1V. Entonces la regla monástica ordena el celibato eclesiástico, que es obra católica, no cristiana.
El celibato perpetuo es contrario a la salud, porque sig- nifica una violación de las leyes de la naturaleza. Fl cura Cours murió a los 32 años, víctima de una satiriasis produ- cida por la castidad.
Pero el celibato, es aún más perjudicial para la mujer, ya que es a ella a quien ha ordenado la naturaleza que se encar- gue de ccnservar la especie. La virgen recluída en castidad, puede ser víctima de afecciones que la maten prematuramente. “Amar, —dice el doctor Chapotín—, es una necesidad tan esencial para la mujer, que su salud física se compromete si no lo efectúa”.
Pablo de Tarso lanzó la interpretación de que el matrimo- nio existe para prevenir el pecado de la fornicatión y que el comercio sexual, aún entre casados, es un estorbo para alcan- zar la salvación.
Pablo no dijo por qué era malo el coito. Condenar la vida
