ESQUEMA SEXUAL 109
En muchos vertebrados, los Órganos de la evacuación y los órganos genitales, tienen un orificio común, fenómeno que se verifica también en el feto humano. Es esta la causa de que las excitaciones de la zona genital, despierten sensaciones afi- nes en la zona anal. Esta posee gran fuerza erótica. El niño se resiste a defecar cuando le ordena la madre o la nodriza. Lo hace cuando él quiere, es decir, cuando en su intestino es- tán acumuladas materias fecales en cantidad suficiente para pro- ducirle placer.
Encuentra el niño otras fuentes de gozo; rozamiento de los genitales, caricias, grande calor en el cuerpo. Le gusta el chupeteo. Ama el biberón por la analogía que guarda con el seno.
Es el momento de la creación de zonas erógenas, o sea aque- llas partes del cuerpo capaces de producir un goce sexual,
Camargo opina que el chupeteo al que Freud concede la ca- tegoría de placer sexual, no es sino una satisfacción imper- fecta del hambre que el niño siente, así como la masturbación es un modo imperfecto de satisfacer la libido.
Esta es la perversidad polimorfa de la niñez, que teniendo por objeto el propio cuerpo, es autoerótica.
Es aquí donde más duramente se ha atacado a Freud. Sus doctrinas derrumban la vieja moral.
Los primeros impulsos no están armonizados en su con- junto.
Lentamente, el niño comienza a sentirse atraído por las per- sonas que le rodean. Ama a sus padres, como a uno de sus propios órganos, como a un “pedazo de su carne”.
Dice Yung: “La magia que liga a los niños con los padres, es la sexualidad, por ambos lados”.
Luego, cuando en virtud de la experiencia, aprende a con- siderarlos como a personas distintas de sí mismo, experimenta profundas modificaciones psicológicas.
Nace el célebre “Complejo de Edipo”. El niño siéntese atraído por la madre; la niña por el padre. Quiere identificar- se psicológicamente con ellos y regula sus aspiraciones sobre el ritmo de las tendencias que cree adivinar en ellos.
La adhesión al padre y a la madre, con la trágica ambiva- lencia y tensión de los contrarios, es el motivo fundamental de la mayoría de los destinos humanos; es el conjunto de fe- nómenos que, desde Freud, se llama Complejo de Edipo.