ESQUEMA SEXUAL 103
Puede el hombre poner al descubierto su inconsciente, colo- cándose en determinadas situaciones espirituales, cuya conse- cución es una parte de la técnica psicológica desarrollada en Oriente. Las prácticas del “yoga” hindú, los ejercicios de me- ditación, se fundan en evocar el inconsciente.
En el pensamiento consciente del individuo van penetrando, a través de la vida, cada vez más elementos en la esfera in- telectual. La conciencia del hombre culto es esencialmente ra- cional. Pero muchos elementos irracionales existen en su es- píritu. Los elementos racionales que en la vida infantil faltan por completo, van tomando incremento después,
Un fenómeno análogo ocurre en la vida de los pueblos.
El pensamiento de las sociedades primitivas está determi- do por elementos irracionales. La mentalidad de los pueblos salvajes se caracteriza por la falta de lógica (período prelógi- co de Lévy-Bruhl), la creencia en la transformación (ley de la participación), y el sentimiento místico.
Falta de lógica aparece también en nuestros sueños. Capri- chosamente se mezclan en ellos elementos racionales y afec- tivos, en forma análoga a lo que sucede en estadios arcaicos de la evolución de la especie humana.
El sentimiento religioso es una manifestación típica del pen- samiento inculto. Los fenómenos que se operan a su alrede- dor, los explica el hombre salvaje en forma mitológica.
La transformación, es decir el convencimiento de que un ser puede convertirse en otro, es también un elemento prima- rio del pensamiento arcaico. Así como en las sociedades apa- rece la creencia de la transformación, cuando nos figuramos ser otra persona, cuando vemos fundida en una sola dos personali- dades.
La verdadera plenitud de la vida de cada hombre es senti- da y vivida en forma inconsciente. Es el inconsciente quien dirige los elementos capaces de hacerse consciente, imprimién- doles su verdadero rumbo. En lo inconsciente dominan fuer- zas imperiosas y creadoras que aspiran a manifestarse. Apa- recen en el sueño deseos encubiertos o latentes.
Continuamente surgen en nosotros deseos que suben del in- consciente. La armonía de la vida humana depende de que en ella estén de acuerdo las direcciones del inconsciente con las direcciones del consciente.
Pero esto sucede rara vez.