SALOMÉ
¡Qué acabado luce! Es como una delgada estatua de marfil, como una imagen de plata. Estoy segura de que es tan casto como la luna. Es como un rayo lunar, como un dardo de plata. Su piel debe de estar muy fría, fría como el marfil. Quisiera verlo más de cerca.
EL JOVEN SIRIO
¡Princesa! ¡Princesa!
JOKANAAN
¿Quién es esta mujer que me está observando? No quiero que me observe. ¿Por qué me observa, con sus ojos de oro, bajo sus párpados dorados? No sé quién es. No deseo saber quién es. Hagan que se marche, no es ella a quien hablaré.
SALOMÉ
Soy Salomé, hija de Herodías, princesa de Judea.
JOKANAAN
¡Retrocede, hija de Babilonia! No te acerques al elegido del Señor. Tu madre ha llenado la tierra con el vino de sus iniquidades, y el alarido de sus pecados ha llegado incluso a los oídos de Dios.
SALOMÉ
Habla de nuevo, Jokanaan. Tu voz es como música para mis oídos.