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96 MADAMA DE STAÉL

movimiento de simpatía de aquel tiempo, fué universal.

Grimm da igualmente (pero sacado de un manuscrito que le dieron) un extracto de El elogio de M. de Guibert (1789), impreso solamente después en la edición de sus obras completas. El entusiasmo de Madama de Staél por la persona objeto de estos elogios, no es menor que el que demostró por Jun Jacobo, aunque parezca que en este era más tundado; pero en su trabajo siembra ideas políticas nuevas y atrevidas, prodiga demasiado la apo- teosis y la creencia en el genio. A través de su exagera- ción patética, que ella cree que es moderada, logra ha- cernos estimar y lamentar a este personaje muy admirable y envidiado en su tiempo, pero que cayó en el olvido despues, y que si ahora sobreviene desde entonces, es por virtud ae Madama de 53taél. M. de Guibert en su discurso de recepción en la Academia, repitió numerosas veces la palabra Gloría delatando así involuntariamente, segun ella misma dijo, su augusta pasión. Yo le estoy re- conocido a este espiritu noblemente ambicioso, a este hom- bre de genio falido, la concepción de las ideas y los medios de reforma, los estados generales, y la milicia ciu- dadana; pero mi agradecimiento es mayor por haber augurado, acertadamente y de antemano en los trozos de Zulme, las grandezas tuturas de Corina. Los éxitos en literatura y en sociedad, le valieron a Madama de Staél, desde entonces, la burla de algunos espiritus envidiosos, que más tarde veremos unirse contra ella en 1800. Champ- cenetz y Rivarol, que habían escrito el Pequeño dicciona- rio de los Grandes Hombres en 1788, hicieron dos años aespués otro Pequeño diccionario de los Grandes Hombres de ía Revolución, y lo dedicaron a la baronesa de Staél, embajadora de Suecia en la Nación. Esta dedicatoria fue el tono del diapasón, sostenido después por todos los erí- ticos que fueron llegando. Rivarol y Champcenetz poseían, en efecto, el estilo de la ironía que más tarde los Fiévée, los Michaud y otros, probaron contra Madama de Staél.