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92 MADAMA DE STAÉL

especie. Una fuerte lluvia me hizo creer que la natura- leza era sensible a mis penas. Cada hoja parecía llorar conmigo, los pájaros parecían aturdidos con mis gemidos, esta idea se apoderó de tal manera de mi alma, que dirigí en alta voz mis oraciones más vehementes al Padre Eter- no. No pudiendo permanecer más tiempo en este desierto, volví a esconder aquí mis tristezas, etc.”

Sofía o los Sentimientos secretos, escrito a los veinte años, hacia 1786 o casi antes, es un drama en versos cuya escena pasa en un jardín inglés, en el que hay una urna cineraria, rodeada de cipreses y de árboles fúnebres. Ce- cilia, niña de seis años, avanzando hacia Sofía, que está triste, que una pasión silenciosa devora, le dice:

¿Por qué te alejas ahora de nosotros? Mi padre está inquieto.

SOFÍA ¿Tu padre?

CECILIA

Teme que seas presa de la melancolía. Explicame esta palabra.

¿No es así como la señorita Nécker pregunta un día bruscamente a la vieja mariscala de Nouchy lo que pensa- ba acerca del amor? Loca historia con la que tanto se divertía M. Nécker y que su hija se complacía en recordar con frecuencia. Había, si no en las primeras obras de Madama de Staél, por lo menos en su persona, una viva- cidad aliada a la tristeza, una petulancia espiritual al lado de la melancolía, una facilidad picaresca para ver en el acto sus propias ridiculeces y para hacer justicia, que la salvaban de toda ñoñería y que atestiguaba el vigor sano de su interior.

En la comedia Sofía se encuentran estos encantadores versos que con mucho agrado recuerdan todavía algunas personas contemporáneas del autor. Cuando se los. oye