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68 MADAMA DE DURAS

» dora que ejerció en la sociedad, y por la lectura de las dos encantadoras producciones que ha publicado. Era más fuerte, más grande, más dotada de apasionamientos que a primera vista se muestra. En su naturaleza había podero- sos resortes, nobles luchas que se hacían dueños en seguida de todos los afectos verdaderos y de los asuntos que le interesaban. Como la época que ella decoró con su pre- sencia, ocultaba bajo la superficie brillante, bajo la dulzura de los barnices, más de una lucha y más de un huracán en su alma.

La duquesa de Duras nació en Brest, diez años próxi- mamente antes de la Revolución. Su padre, el conde de Kersaint, fué uno de los más hábiles hombres de mar, en espera de que la Revolución hiciese de él un ciudadano ilustre y uno de sus mártires. La joven Clara fué admiti- da desde la edad de siete años en la intimidad familiar de sus padres, y así Madama Duras decía que ella no había tenido infancia, pues desde muy temprano gustaba de la sociedad. Sus afecciones encontraron arraigos sin restric- ciones en su propio hogar. Los acaecimientos de la Revo- lución comenzaron pronto a preocupar su imaginación y a producirle emociones nuevas, Se concibe el interés apa- sionado con que esta alma joven debió seguir desde lejos los esfuerzos y los peligros de su padre. kl efecto que le causó la muerte de Luis XVI fué el primer golpe dado a esta sensibilidad tan grande, y luego la muerte de M. de Kersaint, que ocurrió poco después *. Era preciso abando- nar Francia. La señorita de Kersaint se embarcó para América con su madre, cuya salud estaba muy quebranta-

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1 El papel de Kersaint en la Convención fué grande, intrépido. Slem- pre en la brecha para protestar contra la iniquidad, para defender a los inocentes y para acusar cara a cara a los hombres sanguinarios, Ker- saint mereció por su conducta ser el modelo político de este género. Contrariamente a los que no aprobando la Revolución y no queriendo aceptar nada de una asamblea se retiran o emigran, quedan otros en plena lucha, contestando en voz alta, disputando palmo a palmo y mu- nendo cuando es preciso, pero profiriendo palabras que repercuten; ausente de ese sistema de emigración hay otro que personifica Kersaint y que podría llevar su nombre.