Página:Sainte-Beuve retratos de mujeres.djvu/57

Esta página no ha sido corregida

60

MADAMA DE SOUZA

Por su fiel, emprendió la marcha Y los peligros del rey compartió.

En mi cuello desnudo pon tu manecita; Duerme niño mío; ¡soy tu madrecita!

Tanta desgracia sin deda huirá Ante el blanco vapor de mañana, Cuando el sol que calienta las ramas A calmar los dolores vendrá.

En mi cuello desnudo pon tu manecita; Duerme niño mío; ¡soy tu madrecita!

Si a mis dulces cuidados te dieron, ¿Por qué, niño, tu boc*. inocente Me trae un suspiro... y ausente Sueño el sueño que prohibieron?

Despierta niño; con tu mano suave Tiernamente rodeas mi cuello,

Tu carita se oculta en mi pecho; Despierta niño; ¡yo no soy tu madre!

Tu corazón tiene deseos y amor, Edmundo la honra, y Matilde a él; Pero, mis suspiros, mi anhelar aquel, ¿Deberá tenerlos la Virgen de Dios?

Rodeas mi cuello con tu mano suave; Despierta ya niño; ¡yo no soy tu madre!

¿Me fué permitido el beso del niño?

Al mecerle siento tan dulces ensueños... ¿Acaso en la noche, con todo silencio

El niño Jesús se me ha aparecido?

Rodeas mi cuello con tu mano suave; Despierta ya niño, ¡yo no soy tu madre!

Mas no; Dios no puede ser cruel. ¿Por esta frente tan pura y tan serena, Acaso fuese tentada tu sierva?

¡Dios del niño, de Ruth y de Raquel!