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RETRATOS DE MUJERES 495

Christel se estremeció y se detuvo. Hizo un gesto con la cabeza, lanzó una mirada al cielo tan resignada, tan agra- decida y tan negativa a la vez; y con una pálida sonrisa manifestó que presentía la inutilidad de los proyectos re- lacionados con una enferma como ella, que la madre y Hervé cambiaron miradas anegadas en llantos.

Llegaba la primavera, los brotes reventaban y los pá- jaros piaban en las ventanas lo mismo que cuando Christel hacia un año, había observado las cartas fatales por pri- mera vez. El horizonte campestre del pequeño salón se volvía ya verde y hacía presagiar la sombra y las flores. Christel no abandonaba este cuarto, en donde habían co- locado una cama oculta tras de unas cortinas. Se levan- taba y permanecía todo el día en una silla, A pesar de su debilidad creciente, desde hacía algunos días parecía in- dicar la influencia de la feliz estación. Hervé esperaba y durante dos horas al sol habló del porvenir. Christel se había prestado a la ilusión y había trazado ante Hervé con todos los detalles de deseos y consejos, una vida de telicidad y de virtud que él escuchaba. Pero ella se sabía de antemano ausente excepto de allá arriba para bende- cirle: “Viviréis en vuestras propiedades, pues París y el mundo no os llaman demasiado... ¡Hay tanto que hacer para que el bien sea duradero y seguro! Cuidaréis de los odios de allí abajo, y trataréis de buscar la consolación aquí”. Y la familia y los hijos también eran motivos de conversación, embelleciendo ella sus deberes: “Tendrán las mismas hadas que vos en los mismos bosques”. Hervé no quería oir más, se perdía en un santo goz», y al caer la tarde, animado por aquellas palabras, expresó su deseo de una pronta unión, y esta vez, sea porque ella se sintiese muy débil después de tantos esfuerzos, o acaso enternecida, le dejó explicarse hasta el final sin interrumpirle; cuando hubo acabado vió en la sombra una mano blanca que bus- caba la suya. Se la dió y sintió que una mano temblorosa, la de Christel, no se retiraba sino después de haberle dado