Página:Sainte-Beuve retratos de mujeres.djvu/480

Esta página no ha sido corregida

486 CHRISTEL

ellos han tenido la chispa rápida y sagrada, el relámpago luminoso. Otro tan sincero, después de dos años de tar- danza, ha podido decir:

Tout me vint Je Paveugle habitude et du temps.

Au lieu d'un dard au coeur comme les combattants, J'eus le venin caché que le miel insinue,

Les tortueux délais d'une plaie inconnue,

La langueur irritente ou se bercent les sens;

Tourments moins gloricux, moins beaux, moins innocents, Mais plus réels au fond pour la melle qui crie,

Quune resplendissante et prompte idolátrie!

Cada uno a su vez se cree el mejor amante y el más tocado por el ala del dios. La juventud piensa que esos queridos huracanes no son completos más que para ella, ¡pero esperad! la edad madura, en su retraso, si se los encuentra, los acusará más violentos. Así, cada uno ama con un amor soberano y perfecto, si ama verdaderamente.

¿Por qué Christel amó al conde Hervé? ¿Por qué aquel segundo día le admiró tan apasionadamente? Llega, salu- da, no es más que fríamente cortés, ni una palabra inútil, ni una mirada. Ella no le conoce más que de nombre y por una información debida a los vecinos. Le admiró por esa sencilla necesidad de admirar que hay en el amor. ¿Qué ha hecho pues para esto? ¡Cómo si para:ser amado hubiese que merecerlo! Es bello, joven, evidentemente fiel y acaso desgraciado, ¿qué más hace falta? Tiene gracia a caballo cuando pasa ante las ventanas y cuando ella le ve montar. Le parece que ya conoce todo lo de él y cómo confiaría firmemente en él si ella fuese aquella que ama.

Estas cartas continuas eran como un fuego que circula- ba por sus manos y que iba derecho al corazón. El correo de París llegaba a las dos y media, después de comer, cuando su madre comenzaba a dormitar; Christel arregla- ba la correspondencia que había de salir y la tenía entre sus manos mucho tiempo, temblando, como si hiciese algo