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462 MADAMA DE PONTIVY

sible, se cura con sus propios bálsamos, se repara, vuelve a empezar, no cesa ya hasta la tumba y se eterniza más allá. Esto es el amor, tal como merece ser recordado sin cesar, y del que se han visto tan tiernos ejemplos. Más de uno (y sin duda de los más bellos) ha estado oculto, pues el amor quiere el misterio y prefiere quedar envuelto en él. Quitemos el velo, sin embargo, con el pudor que merece, a un modelo más, ya muy antiguo, cuyos detalles preciosos los tenemos a mano y podemos escoger. Vere- mos una situación sencilla, todo ardor y todo sutileza, de este sentimiento eterno; veremos, sobre todo, la fuerza de vida y de inmortalidad que posee el verdadero amor, esa impotencia para morir, esa facultad de renacer, y esa juventud de la pasión con todas sus flores, que es como los rosales de Poestum, que dan dos cosechas en un año.

Madama de Pontivy, antes señorita de Aulquier, huér- fana, había sido llamada pr una tía suya a París y colo- cada con el favor de Madama de Maintenón en la casa de Saint-Cyr. En medio de esta generación graciosa, par- lante, ligera y poco apasionada, en que iba a tornarse la sociedad de mujeres jóvenes en los comienzos de Luis XV, ella guardaba su sensibilidad concentrada y dormida. Una especie de orgullo modesto, o de rusticidad tímida, aislaba su alma y no permitía que se la conociese. Se la creyó indiferente, cuando solamente era indiferente a las nadas y que esperaba algo más. No vió a Racine y .no tuvo lecciones en Esther, pues acababa de nacer cuando él mu- rió. Pero las tradiciones del buen preceptor habían sido transmitidas. Un día vió representar sus obras sagradas y aun en ellas tuvo un papel; pero no debió de obtener gran éxito, como si se reservase para efectos más serios.

Un velo cubría su voz y un solo velo cubría su alma, sus ojos y todas sus bellezas hasta que llegó su hora. Su vida debía ser como uno de esos valles casi ocultos en los que el sol no aparece fino cuando ya está muy alto, hacia las once de la mañana. Para sus sentimientos, como