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RETRATOS DE MUJERES 459

resignación y, entretanto, no ceséis de dar gracias a Dios por la paz que reina en torno vuestro”.

Tan sabias palabras la tranquilizaron y probablemente acabaron de regular la línea interior de su conducta. Estas humildes oraciones de Madama de Rémusat recuerdan otras igualmente penetrantes de Madama de Duras. Nos complacemos en ver cómo las almas más tiernas, cómo las más tormentosas, buscan un mismo puerto. Pero me detengo; pues no he tenido otra intención al abordar este abismo insondable, que señalar a uno de los espíritus más serios, más delicadamente inteligentes y más perfectos que la antigua sociedad donó a la nueva.

En medio de los diversos papeles tan bien cumplidos, de críticos, de historiadores literarios y de biógrafos, me ha parecido que había uno digno de observarse y ser tenido por divisa: introducir lo más posible y fijar por primera vez en la literatura todo lo que no era antes del todo, es decir, lo que existió en la sociedad y que ha vivido.

15 Junio 1842.