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RETRATOS DE MUJERES 455

No hago más que insistir acerca de una cuestión que todos no pueden juzgar como yo, y cuyas pruebas serían muy largas de conseguir. Podría citar escenas verdadera- mente encantadoras y profundas, en las cuales esta reina tan encadenada por la etiqueta, admitiendo el efecto que todo el mundo achaca a don Alfonso, traiciona delante de él su flaqueza de mujer y no puede acallar sus lágrimas. En suma, si las Cartas españolas están faltas de otra cosa que la publicidad para ser una bella novela, son al menos un lindo estudio.

Llegamos al último trabajo de Madama de Rémusat, a su libro sobre la Educación de las Mujeres publicado por su hijo. Con mucha frecuencia las mujeres serias y sensi- bles se asombran en su juventud, ante los obstáculos que el mundo opone a la realización de sus sentimientos, a los afectos naturales, y más tarde ante otras trabas para los estudios serios y profundos. De ahí que se sientan incli- nadas a hacer novelas sentimentales cuando son jóvenes y libros de educación cuando son viejas. En Madama de Rémusat todo contribuyó, consideraciones y circunstancias, a esta última fase de su madurez. La Revolución había cambiado la condición de las diversas clases sociales y desquiciado, en cierto modo, el centro de sus fuerzas, ten- diendo a establecerse para el porvenir en la clase media. Pero los períodos turbulentos y después el brillo del Imperio, habían aminorado este resultado, que no volvió a emprender de nuevo la marcha sino después de la Res- tauración. Madama de Rémusat, un poco distraída por los sucesos de que había sido testigo presencial, se encon- tró de repente, con su talento meditativo, en presencia de esas cuestiones que sobrevinieron, y en posición más ade- cuada para bien informarse. Su puesto y el de su marido estuvieron desde entonces, en el partido constitucional de la Restauración, en esa opinión el Centro de la izquierda de entonces. M. de Rémusat, nombrado prefecto de Tou- louse en 1815 y de Lille en 1817, no debía ser destituido