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RETRATOS DE MUJERES 427

La conclusión de la primera parte de las Tres Mujeres tiene lugar entre el abate y la baronesa.

“No he encontrado nada en vuestras tres mujeres — dijo Madama de Berghem cuando volvió a ver al abate—, ni he visto que probasen nada, pero me han interesado. — Eso debe bastarme —dijo el abate—; pero ¿no tenéis alguna estimación por cada una de mis tres mujeres? — No puedo negarlo, contestó la baronesa. — Y bien —dijo el abate—, ¿he pretendido yo otra cosa? Si os hubiese ha- blado de uno de esos seres como yo conozco muchos, que hasta cuando no hacen daño. no hacen ningún bien, que no teniendo más que su interés por guía, no suponen que pueda existir otro en los demás corazones, seguramente las habríais despreciado. Talento, ingenio, gracia, nada os reconciliaría con un hombre de este temple. Es preci- so para: poder estimarle que algo le parezca bien y que algo le parezca mal, que tenga una moralidad cualquiera”.

“Así habla a la joven baronesa de Berghem este amable y escéptico abate de La Tour, que encuentra poco seguro para su tranquilidad el pasar un invierno en Altenford, cerca de Constancia”.

La conclusión de la segunda parte repite la misma idea pero en un tono más ligero y con cierto aspecto ele- vado en boca de Constancia:

“¡Oh! la rectitud es buena. No tendré ninguna disputa con Teobaldo. Respeto todos los escrúpulos, los escrúpu- los religiosos, los escrúpulos de honor, en ina palabra, todos, aun aquellos que no tengan nombre y hasta la su- misión a las leyes que nada sancionan. Mi espíritu, tan enemigo de todos los galimatías, respetará siempre éste. Me gustará siempre ver a una extremada delicadeza so- meterse a reglas que ella no puede definir, y que no sabe de dónde emanan”. .

Acaba esta novela de la que yo no he entresacado más que el pensamiento, olvidando el detalle y su delicadeza,