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402 MADAMA DE CHARRIERE

del tiempo pasado) no perdonaban a Madama de Cha- rriere:

“Una cosa me ha llamado la atención aquí. Mi zapa- tero, mi peluquero, un muchachito que me hace los reca- dos y un rico comerciante tienen todos el mismo nombre. Es también el de dos sastres que por casualidad he cono- cido, un oficial muy elegante que vive enfrente de mi jefe y un ministro a quien he oído predicar esta mañana. Ayer encontré una dama muy bien vestida, le pregunté su nombre y era el mismo, Hay otro nombre que es común a un albañil, a un tonelero y a un Consejero de Estado. Le he preguntado a mi jefe si todas esas personas eran parientes, y me ha contestado que en cierto modo sí; esto me ha agradado. Es seguramente agradable trabajar para sus parientes cuando se es pobre, y dar trabajo a sus parientes cuando se es rico No debe de haber entre esta gente la misma triste humildad ni el mismo orgullo que he visto en otras partes.”

“Hay algunas familias que no son tan numerosas, pero cuando nombraban a las personas de estas familias me decían casi siempre: Es la señora tal, hija del señor tal (de una de las familias numerosas), de suerte que me parece que todos los neuchateleses son parientes los unos de los otros, y se visten, como los he visto con asombro, en el tiempo de las vendimias, con unos zapatones, medias de lana y unos pañuelos de seda al cuello.”

Meyer está invitado a un concierto pocos días después de la aventura del vestido, el cual ha tenido para la obre- rita algunas ligeras consecuencias, y en el concierto está poco interesado. Sin embargo, cuando oye anunciar a la señorita Mariana de La Prise, esa bella señorita de quien todo el mundo dice tanto de bueno y a quien iba destinado el vestido, cuando ve subir a la orquesta a esta personita, alta, delgada, muy elegante aunque sencilla, cuando re- conoce el vestido un día levantado del suelo con la mayor delicadeza que pudo, se turba, a pesar de que en todo