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42 MADEMOISELLE DE LIRÓN

Calandrini le dió buenos consejos, le hizo prometerle que a su marcha le escribiría a menudo, y estas cartas precio- sas son las que poseemos. Nunca la sociedad de “aquel tiempo fué mejor descrita. Nunca se ve un alma que so- mete su amor a la religión exhalar suspiros más profundos ni perfumes más incorruptibles. Su estilo delata al siglo xvi y a la mejor sociedad de entonces. En una palabra: es un tesoro, para esos buenos ingenios que conocen las entrañas de que Mlle. Aissé habla en un pasaje.

La sociedad se muestra aquí y allá en algunas líneas, en una rápida degradación, y en su frivolidad mezcla de horrores. Los amantes que cada mujer toma y deja en un mismo día; los furores en el teatro por o contra la Lemaure y la Pelissier; el duque de Epernon, que por su manía de cirugía va trepanando a derecha y a izquier- da y mata a la gente para sat.sfacer su capricho de ope- rador; la repentina moda de las découpures, como más tarde la del parfilage; pero que llegó a tal punto, que se recortaban estampas que valían cien libras cada una. “Si esto continúa llegarán a recortar los Rafael.” La forma en que acogen los rumores de guerra: “Hablan de gue-

ra; nuestros caballeros la desean mucho, y nuestras da-

mas se afligen medianamente; hace mucho tiempo que no saboreamos el aliño de los temores y de los placeres de las campañas; estas señoras desean ver cómo estarán de afli- gidas durante el tiempo de ausencia de sus maridos.” Se oyen todos esos relatos fieles, se asiste a la descompo- sición del gran reino, al despilfarro de los sentimientos, del honor y de la fortuna pública, se exclama con la gene- rosa Mlle. Aissé: A propósito, hay un horrible asunto que pone los pelos de punta; es demasiado infame para poder ser escrito, pero todo lo que ocurre en esta Monarquía anuncia muy bien su desaparición. ¡Cuán prudentes son ustedes al mantener las leyes y al ser severos! Se com- parte con ella el virtuoso consuelo que ofrece a su amiga para sus privaciones y sus pérdidas: “Por muy grandes