MADAMA DE CHARRIERE
¿Es crítica lo que hago al esbozar estos retratos? Hay muchas personas que lo creen así, y que me compadecen por mi absorción o disipación. Otros, partidarios de la crítica, me aconsejarían que fuese más enérgico dudando de mi rigorismo. Para mí, en efecto, ¿es preciso confesar- lo?, este cuadro en el que la crítica no interviene con fre- cuencia sino en un lugar muy secundario, no es más que la forma particular y acomodada para expresar mis pro- pios sentimientos acerca del mundo y de la vida, y para exhalar disfrazadamente cierta poesía oculta. Es un medio, algunas veces, para continuar la elegía interrumpida. Si reúno según mi ideal un buen número de estos artículos medianamente severos y algunos de estos retratos pa- recerá algo como una ojeada a los rincones de Alcibíades, encontrados y trazados aquí y allá, pero que no deberán formar parte del mapa del Atica. Este mapa es la historia general de la literatura que esperamos escriba bien pron- to nuestro amigo Ampeére o algún otro semejante. Al escoger con predilección algunos nombres poco conoci- dos o ya olvidados, y fuera del camino tantas veces reco- rrido, obedezco a ese placer del corazón y de la fantasía que hace producir a los demás, más afortunados en ima- ginación, cuentos o novelas. Solamente mis personajes
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