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388 MADAMA DE KRUDNER

Nos complacemos en averiguar, en esta época de 1815, cuáles fueron las relaciones de Madama de Krudner con algunas personas célebres, cuyas almas debían de tener más de un punto de contacto con la suya. Madama de Staél admiraba a la autora de Valeriana, pero era un espí- ritu político e histórico demasiado pronunciado bara admitir su exaltación profética y más bien sonreía. Benjamín Constant no sonreía. En 1815 vió mucho a Madama de Krudner, y en ella encontró muchos consuelos en sus crisis y alimentos para su alma; sabemos cuáles fueron las vicisitudes políticas del ilustre publicista, y sus senti- mientos religiosos no menos agitados, en este último ex- tremo de su juventud, volvían a exacerbarse en él y libra- ban un último combate. Otras alteraciones secretas se unieron formando el último huracán. Cerca de Madama de Krudner iba durante e:tas horas en busca de algún reposo y a compartir algunas oraciones. Adolfo siempre el mismo cerca de Valeriana renegada. Una benevolencia preciosa nos permite reproducir algunas líneas que pintan esta situación interior: “Ayer he visto a Madama de Krudner —escribía Benjamín Constanti—, a solas du- rante varias horas. Su presencia causó en mí un efecto que nunca había sentido, el cual ha sido aumentado esta mañana. Me ha enviado un manuscrito rogándome que os lo enviara a vos sola, Querría leerlo con vos; me ha consolado aunque no contiene cosas nuevas. Lo que el corazón siente como ducha o como necesidad no es nun- ca nuevo pero ha arraigado en mi alma. Hay verdades que son triviales, pero que repentinamente me han conmovido. Cuando he leído estas palabras que no tienen nada de ex- traordinario: Cuántas veces envidiaba a los que traba- jan con sudor en la frente, que añadían una labor a otra y al final de todos los días se acostaban sin saber que todo hombre tiene uña mina interior que debe explotar.

1 Se dirigfa a Madama de Récamier.