RETRATOS DE MUJERES 41
de Parabére, Madama du Deffand, lady Bolingbroke, la buscaban y se la disputaban. El Regente la codició, y a pesar de los buenos oficios de Madama de Ferriol, se estre- J1ó contra la virtud de Mlle. Aissé; pues aun cuando siendo niña M. de Ferriol había abusado de ella, no marchitó ni la delicadeza ni la virginidad de su corazón. El caballero d'Aydie fué la roca contra la que se rompió este corazón. El caballero era agradable por su ingenio y por su figura, sensibilidad ligeramente novelesca; era caballero de la Orden de Malta; pero había tenido un gran éxito en la Corte: la duquesa de Berry le había distinguido y hon- rado como corresponde a una princesa. Se acercó a Mile. Aissé y se inflamó en su alma una pasión que desde entonces fué su única ocupación y el solo objeto del resto de su vida. Ella participó desde el principio de esta pa- sión, y por escrúpulo quiso huir, pero no pudiendo, cedió. El caballero quería hacerse relevar de sus votos de Malta v casarse con ella; pero Aissé se opuso, siempre mirando a la consideración mundial de su amante y la salvación de su alma. Esto mismo se ve en las cartas latinas de Eloísa a Abelardo, oponiéndose a ser la mujer del teó- logo; pues aun cuando entonces estaba permitido, no era muy honroso para las gentes de sotana y prefirió ser sola- mente su querida, con objeto de que la mancha recayese sobre ella y no tocase al nombre de su ilustre amigo. Mademoiselle Aissé opuso análogos razonamientos a su ca- ballero. Tuvo de él una niña que parió en secreto, gracias a Lady Bolingbroke, y esta dama colocó a la criatura en el convento de Lens como sobrina suya. Habían acaecido es- tos sucesos, cuando una amiga de Madama de Ferriol, Ma- dama de Calandrini de Génova, vino a París y entabló una estrecha amistad con Mile. Aissé. Esta señora era una persona de virtud y de religión; Mlle. Aissé le confió todo su pasado, sus escrúpulos aun frescos, y los remordi- mientos que sentía por su amor invencible. Madama de
