364 UNA ALCOBA POÉTICA
Madama Dufrenoy lo ha repetido de mil maneras en sus elegías y con más ardor en Los juramentos. Ambas pusie- ron en acción la frase de La Rochefoucauld: Se perdona mientras se ama. Parece que esta inspiración de un amor sin dicha y el dolor apasionado han hecho también el genio de Madama Velmore. Corina y Safo, todas acaban ahí. Siempre el corazón herido que canta, siempre el grito en poesía de esa otra palabra dicha en voz baja, en prosa más resignada, y en la que muchas existencias han pen- sado al envejecer. “Hay una fecha en la que las mujeres deben morir, y es en la que no son amadas ya”. Pero entro en la elegía moderna y hoy no quiero ocuparme de ella ?.
En poco ha estado que no encontrase este asunto lite- rario, pero una vez visto no quise dejarle huir. Hojeando al azar algunos volúmenes in-12 olvidados, un rayo de sol me pareció alumbrarme y dibujar exactamente estas par- celas de oro en el polvo. Si no las hubiera recogido en- tonces, se habrían perdido para siempre. ¡Nosotros mis- mos pasamos tan de prisa, parecemos tan insignificantes! Es muy dulce saborear todo lo que ha vivido.
15 OCTUBRE 1839.
1 Se encontrará en el tomo 1X de mis Nuevos Lunes con motivo de Las Reminiscencias de M. Coulmann algunas páginas sobre Madama Dufrenoy, que son la continuación de lo que se acaba de leer,