RETRATOS DE MUJERES 343
“El aspecto que adoptaba menos era el aspecto cientí- fico, y sé de rauchas personas muy estimables que a ella no le placían, porque tenían algo de este aspecto.
“El efecto contrario producían en ella el formar parte de su corte, hablar de todo el mundo con equidad y sin pasión, e intimar en todos los que tenían de bueno.
“En fin, todo su exterior, su voz, su cara, sus gestos, eran una música perfecta, y su ingenio y su cuerpo le servían tan bien para expresar todo lo que ella quería hacer entender, que era la más perfecta actriz del mundo.
“Sin embargo, aunque estoy persuadido de que era un excelente modelo de conversación prudente, cristiana y agradable, no dejo de creer que el estado de una persona que no hubiera tenido nada de esto, y que fuese sin talento y sin agrado, pero que hubiese sabido pasarse de la conver- sación mundana y permanecer silenciosa ocupada en Dios y en sus pequeños trabajos, es mucho más dichoso y en- vidiado que ella, porque está menos expuesto a la vanidad, y menos tentado por el espectáculo de los juicios favorables que merecen sus bellas cualidades.”
El final de este retrato es acaso excesivo para nosotros, jansenistas mundanos y que no hacemos lepra del agrado de Madama de Longueville aun después de convertida. Mas, ¡qué encantador ejemplo de la dueña de la casa cris- tiana, austera y sin embargo amable!
Este pequeño retrato podría muy bien sel de Nicole, pues sabía que creía de más talento a M. de Treville que a Pascal. En este párrafo le acuerdan más originalidad que a Madama de Longueville. Una mujer de talento me hace observar que este M. de Treville era el M. Joubert del bello tiempo del jansenismo. ¡Dichosos estos hombres para todos sus amigos e ignorados para los demás! *
1 Por muy completo que parezca este retrato, los lectores que deseen más, pueden buscar en la edición de 1867 de mi Port-Royal, en el tomo 'V, páginas 123-139 y en el Apéndice del tomo IV, páginas 591-593, todo lo que yo he podido -encontrar y decir.
