342 MADAMA DE LONGUEVILLE
Royal, bastan para otorgar a Madama de Longueville una distinción duradera, y le aseguran en la memoria francesa una parte de gloria que ninguna heroína sobrepasa, y que ninguna otra gloria aun de: mujer superior borrará. ¿Qué diría yo más? Si desde el fondo dél mundo en que se halla pudiese sonreír, el efecto y el encanto que produce ni los que la juzgan su solo nombre sonreiría.
1? DE AcosTo 1840.
P. S. Después de: haber escrito este retrato, cae en mis manos un precioso documento que extraigo de un manus- crito jansenista, y que viene en apoyo de cuanto he dicho. (Biblioteca del Rey, suplem. francés 1485):
CARÁCTER DE MADAMA DE LONGUEVILLE
“Era cosa digna de estudiar la manera de conversar con la gente de Madama de Longueville,
“Se podían observar sus cualidades igualmente esti- mables según Dios y según el mundo. Nunca murmuraba de nadie, y demostraba su pena cuando se hablaba de los defectos de los demás, aunque a decir verdad,
“No decía nada en alabanza propia;
“Trataba, sin afectación, de humillarse siempre que había ocasión.
“Decía tan bien todo lo que decía, que habría sido im- posible decirlo mejor, sin ignorar ningún asunto.
“Había muchas cosas originales en lo que decía M. de Treville; pero había más delicadeza y tanto talento y buen sentido en la manera de expresarse de Madama de Longue- ville.
“Hablaba sensatamente, modestamente, caritativamen- te y sin pasión,
“Nunca se observaban en sus discursos malos razona- mientos. :
“Escuchaba mucho y no interrumpía jamás, y no de- mostraba prisa por hablar.