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RETRATOS DE MUJERES 329

con el corazón sencillo; en ello no hay nada agradable ni adulador.

Pero aun viendo sólo humanamente, y desde el punto de vista de observación psicológica, tales trozos merecen nuestro respeto. Si nos detallan el corazón humano en sus más diminutas pequeñeces, es que estas pequeñeces son el fondo ordinario definitivo.

Madama de Longueville considera esto como su primer paso en una vida verdaderamente penitente:

“Hace mucho tiempo que yo buscaba, me parecía, la vía que conduce a la vida; pero creía siempre que no es- taba en ella, sin saber, no obstante, cuál era el obstáculo. Sabía que existía entre Dios yo, pero no lo conocía y notaba que yo no estaba en mi puesto. Tenía una cierta inquietud por entrar en él, pero no sabía cuál era, ni por dónde era preciso buscarle. Me parece, al contrario, que desde que estoy bajo la custodia de M. Singlin, me paseo en el lugar que buscaba, es decir, en el verdadero camino de la vida cristiana, en cuyos alrededores estuve hasta ahora ?!.”

Antes de escuchar su confesión general y de compro- meterse por ello a servirle de guía, M. Singlin quiso saber si se sentía dispuesta a dejar este mundo en el caso que un día fuese invitada a ello. Ella le contestó sinceramente que sí. Una vez obtenidos esta declaración y este voto, él exigió que continuase ocupándose de las cuestiones exte- riores tanto como hiciese falta, sin permitirle llamarlas miserables.

1 Suplemento del Necrólogo de Port-Royal, in-40, pág. 137 y siguien- tes. Se puede observar eh este examen de la duquesa de Longueville, y en general, en todas sus cartas y manuscritos, un estilo anticuado y mucho menos elegante que lo que puede esperarse, mucho menos preciso que el de las divinas cartas de la señorita de La Valliére publicadas en un volumen por Madama de Genlis. Y es que hay veinte años de diferencia entre estas dos ilustres personas: Madama de La Valliére es una con- temporánea exacta de La Bruyore, casi de Fenelón. Madama de Longue- ville se había formado completamente antes de Luis XIV, Pero ahondando en esas languideces de frases, se encontrará la delicadeza. Y, además, el estilo de Madama de La Valliére ha sido ligeramente corregido en estas últimas ediciones.