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RETRATOS DE MUJERES 327

sino los impulsos adoptivos y de no regularlos sino por la voluntad del preferido, tenía necesidad de un guía enérgico, Escribía a Rouen para pedir consejos a Madama de Mont- morency su tía, a una amiga íntima, la superiora de las Carmelitas de París, la Señorita de Vigean! y aun a otras. Se dirigió al abate de Camus (después obispo de Greno- ble y luego cardenal), recientemente convertido, quien le contestaba: “Dios os llevará más lejos que vos misma ima- gináis, y pide de vos cosas de las que aun no es tiempo de hablaros. Cuando se examina su conducta relacionada con los principios del Evangelio, se encuentran vacíos es- pantosos”. Pero el médico iluminado, que supo guiar de la mano a esta alma vacilante y dolorida, no llegaba toda- vía. Entonces los consejos de M. de Bernieres, acaso tam- bién de M. Le Nain (padre de M. de Tillemont y director consejero de Madama de Longueville), y seguramente por indicación de Madama de Sablé señalaron a la postulante en pena a Port-Royal y sus directores.

Con fecha de abril de 1661 se lee en una carta de la Madre Angélica a Madama de Sablé, que había visto a Madama de Longueville, y que la encontraba más fuerte y madura que lo que de ella le habían anunciado: “Todo lo que he visto en poco tiempo en esta princesa me parece oro fino”. M. Singlin, ya obligado en esta época a ocultarse para evitar la Bastilla, consintió en ir cerca de Madama de Longueville, y fué el primero que alumbró su conciencia.

Encuentro una carta de la señorita de Vertus a Madama de Sablé, así concebida (según yo, todos los cetalles tie- nen un gran valor tratándose de personas de tan alta je- rarquía, tan delicadas y tan respetables):

“Al fin, recibí ayer por la noche una carta de la señora (Madama de Longueville). Os suplicamos pues que hagáis cuanto os sea posible para que vuestro amigo (M. Singlin)

1 La señorita de Vigean había sido amada del duque de Enghein antes de la Fronda, y dicen que quiso deslacer su matrimonio para casarse con él. Estos amores suspendidos por Madama de Longueville, que advirtió al Principe su padre, tuvieron por parte de la dania el claustro por tumba.