M. DE LA ROCHEFOUCAULD
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XX
Una de las cosas que más parecen estar hechas para asombrarnos, es que cuando quitamos a un hombre todo lo que sea buena educación, buenas intenciones, buenas maneras, opiniones aprendidas, descubrimos que mucha gente en el fondo es estúpida. No es esto lo contrario sino el correctivo de lo que ha dicho Pascal, de que a medida que se tiene más talento se encuentran más hombres originales.
XXI
La mayor parte de los defectos que aparecen en la segunda mitad de la vida existían en nosotros formados desde mucho antes; pero estaban ocultos, en cierto modo, por el pudor de la juventud. No nos atrevemos a presen- tarnos tal como somos por miramientos hacia los demás. La rudeza que sigue, los descubre todos.
Me atrevería a decir que estos defectos también están ocultos para nosotros mismos por las diversiones de la bella edad; en cuanto terminan estos bonitos placeres aparecen las fealdades.
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Ciertas almas, una vez que han sido saturadas en su tiempo por el mal que ellas saboreaban, se convierten en inofensivas y envejecen casi buenas.
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A cierta edad, todo el aporte de la dicha, si esto mere- ciese este nombre, sería poder aislarse de los hombres.
XXIV
¿Cuál pues es el misterio de la vida? Se hace más
