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290 M. DE LA ROCHEFOUCAULD

él terminó haciéndolas publicar en casa de Barbín. Esta primera edición sin firma del autor, pero cuya paternidad está bien patente, comienza con un aviso al lector muy digno del libro, un Discurso que lo es mucho menos y que lo atribuyen a Segrais, lo que yo no creo, y en el que con- testa a las objeciones que ya entonces le hacían, con citas de antiguos filósofos y de Padres de la Iglesia. El peque- ño aviso al lector contesta mejor con una sola frase: “Es preciso estar en guardia...; no hay nada que demuestre más la verdad de estas Reflexiones, que el calor y el inge- nio que pondrán en combatirlas”. !,

Voltaire, que ha juzgado las Máximas en algunas líneas breves y encantadoras, dice ¡ue ningún otro libro contri- buyó más a formar el gusto de la nación: “Se lee rápida- mente esta pequeña compilación. Acostumbraba a pensar y a encerrar sus pensamientos en una frase concisa y delicada. Este era un mérito que nadie en Europa había tenido antes que él, desde el renacimiento de las Letras”. Trescientos diez y seis pensamientos formando ciento cin- cuenta páginas tuvieron este resultado glorioso. En 1665 ya hacía nueve años que habían aparecido Las Provincia- les, y aún faltaban cinco para la publicación de los Pensa- mientos y veintidós para la de los Caracteres. Los grandes monumentos en prosa, las elocuentes obras oratorias que consagran el reinado de Luis XIV no aparecieron hasta después de 1669, comenzando por la Oración fúnebre de la reina de Inglaterra. Se estaba pues en 1665, en el umbral del bello siglo, en el primer plano del pórtico, en vísperas de Andrómaca. La escalera de Versalles se inauguraba para las fiestas; Boileau al lado de Racine subía las gra-

1 Y añadía: “El mejor partido que el lector puede tomar es conven- cerse de que ninguna de estas máximas se refiere a él en particular, y que él es el solo exceptuado, aunque ellas parezcan generales. Si se hace esto le respondo que él será el primero en suscribirlas...” ¿Por qué este intencionado aviso no se encuentra reproducido en ninguna de las edicio- bes ordinarias de La Rochefoucauld? En general, las primeras ediciones tienen una fisonomía que no es la suya, y poseen un no sé qué del autor, que las otras aumentadas y corregidas no dicen. Esto es exacto, sobre todo en las primeras ediciones de La Rochefoucauld y de La Bruyére.