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270 MADAMA DE LAFAYETTE

radez, al que Fontanes habría podido consultar con pro- vecho antes de criticar a Madama de Staél. El abate de Charnes, que rechaza palabra por palabra esta crítica con injurias, me parece un provinciano que no había pedido a Madama de La Fayette el permiso para defenderla, y Barbier d'Aucourt, sin tener nada de ático, habría sabido hacer otra cosa mejor. Se puede ver en Valincour una teoría nueva y completa sobre la novela histórica, y esta teoría no es otra que la que Walter Scott en parte ha realizado. :

Bussy, que en sus cartas a Madama de Sévigné habla muy extensamente de La Princesa de Cleves, añade con esa increíble fatuidad que lo estropeaba todo en él: “Nues- tra crítica es de gentes de calidad y de talento; la im- presa es más exacta y brorr ista en muchas ocasiones”. Para vengar a Madama de La Fayette de las maldades de este personaje, baste citar esa frase suya *.

Al avanzar en la composición de La Princesa de Cleves, los pensamientos de Madama de La Fayette se tornan más graves, y la idea del deber aumenta y la arrastra. La austeridad denota que aquella vista tan perspicaz y tan próxima a la muerte ve las cosas de este mundo dife- rentes de como las veía con plena salud. En el verano de 1677 ésto se había hecho sentir ya, y como indica Ma- dama de Sévigné, era el presagio del acabamiento de su alma. El desengaño de todo se ve en ese temor que siente Madama de Cleves, en que el matrimonio no sea la tumba del amor del príncipe, y en no abrir las puertas a los celos. Este temor, tanto como el escrúpulo de deber se opone a su matrimonio con el amante. Y al acabar la no- vela, se observa claramente que los dos amigos —M. de La Rochefoucauld y ella— dudaban de que hubiese otra felicidad para sus queridos personajes, y se acogían con

1 Se puede ver en el tomo II, pág. 304, de Obras diversas, de Bayle, una crítica muy agradable de La Princesa de Cleves, Esta crítica de Bayle es el antípoda del ideal, y es desde todo punto de vista, lo que se lama la Buena grosería natural.