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RETRATOS DE MUJERES 267

de que esta novela, así anunciada de antemano, apareció, fué objeto de todas las conversaciones y de todas las corres- pondencias. Buny y Madama de Sévigné se escribieron hablando de ella, y en la gran avenida de las Tullerías se comentaba. Fontenelle la leyó cuatro veces en público, y Boursauit hizo una tragedia como hoy habrían hecho un vaudeville con su asunto. Valincour escribió sin fir- marlo un folleto de crítica que atribuyeron al Padre Bou- hours, y un abate de Charnes le contestó con otro que se le achacó a Barbier d'Aucourt, crítico célebre entonces, y adversario consecuente del ingenioso jesuita. La Prin- cesa de Cleves ha sobrevivido a este triunfo, y quedó para nosotros la primera, en fecha, de las más encantadoras novelas.

Es muy interesante pensar en qué situación tan singu- lar nacieron estos seres tan encantadores, tan puros, estos personajes nobles y sin tacha, esos sentimientos tan ju- veniles y de tanta ternura; cómo Madama de La Fayette puso en ellos lo que su alma amante y poética tenía en reserva desde los primeros ensueños, y cómo M. de La Rochefoucauld se complació en encontrar en M. de Ne- mours esa brillante flor de caballerosidad que tanto él había lucido, como mirándose en el espejo de su juventud !. Así estos viejos amigos se remontaban con la imaginación a la edad tan bella en que no se conocían y en la que no habían podido amarse. Ese enrojecer peculiar de Madama de Cleves, y que es casi todo su lenguaje, señala bien el pensamiento de la autora, que es pintar el amor en todo lo que es de fresco y más púdico, de más adorable y de más turbado, de más indeciso y de más irresistible, de más amor mismo, en una palabra. En todo momento ha- bla de este gozo que la primera juventud junta con la delleza, de esa especie de turbación y de embarazo en to-

1 Monsieur de La Rochefoucauld —ha dicho el abate de Longuerue— ha sido toda su vida fiel a las novelas. Todas las tardes se reunfa cón Segrals en casa de Madama de La Favette y leía VAstrée”. A pesar de todo, le quedaba un gusto por lo caballeresco.