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RETRATOS DE MUJERES 265

de Madama de La Fayette, en los años 1688 y 1689, a pro- pósito de la comedia de Esther, leemos: “Ella (Madama de Maintenón) ordenó al poeta que hiciese una comedia, pero escogiendo un asunto piadoso, pues en estos momentos, fuera de la piedad, no hay salvación en la corte, así como en el otro mundo... La comedia representaba la caída de Montespán y el encumbramiento de Madama de Mainte- nón, con la sola diferencia de que Esther era un poco más joven y menos piadosa”. Al citar las palabras de estas dos mujeres ilustres, no me complazco en hacer resaltar las agrideces que marchitaron tan antiguo afecto. En suma, Madama de Maintenón y Madama de La Fayette eran dos potencias demasiado considerables que no cediendo ni una ni otra, no podían por menos de chocar. Madama de Main- tenón, al engrandecer, la última, debió por grados cambiar para con Madama de La Fayette, que continuó siendo la misma, con ese proceder uniforme que Madama de Main- tenón habría querido ver alterarse un poco al igual que su fortuna! Madama de La Fayette moribunda, era de quien decía Madama Scarrón escribiendo a Madama de Chantelou cómo fué presentada a Madama de Montespán en 1666. “Madama de Thianges me presentó a su herma- na... Le pinté mi miseria, sin exageraciones, hasta el punto de que Madama de La Fayette habría estado contenta de mis veraces palabras y dela brevedad de mi relato”. Con respecto a la sociedad cortés y elevada que uma lo serio con la gracia, si yo hubiese sido M. Roederer, habría en- contrado el tiempo más satisfactorio en el círculo de Ma- dama de Sévigné y de Madama de La Fayette, más bien que en el encumbramiento y en el matrimonio de Madama

por una carta de Madama de Maintenón a ta misma,”en abril de 1679, que no podía sufrir a los Marsillac padre e hijo. Todas las cartas dirl- pidas a Madama de Saint Geran mos son muy sospechosas después de los últimos trabajos críticos sobre la edición de Boumelle.

T La Baumelle, en las Memorias que preceden a su edición de las Cartas de Madama de Maintenón, supone en Madama de La Fayette yo no sé qué defectos de carácter y qué pretensiones de querer reemplazar a Madama de Sablé, que alejaron a sus amigos y dejaron la casa desler- ta. No se pueden negar con más impertinencia tantos testimonios.