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RETRATOS DE MUJERES 247

presentó a su amigo el doctor Huet, que fué también para ella un consejero literario. Ségrais, que con Madama de Sévigné basta para dar a conocer a Madama de La Fa- yette, nos dice: “Cuando hacía tres meses que Madama de La Fayette aprendía latín, sabía más que M. Ménage y que el Padre Rapin, sus maestros. Un día en que juntos explicaban a su discípula, discutieron sobre una frase sin que ninguno quisiese darse por convencido. Madama de La Fayette les dijo: “Ni el uno ni el otro saben nada”. Y en efecto los dos estuvieron de acuerdo con la explicación que ella dió: Y lo que ella explicó fué un poeta, pues no le gustaba la prosa y no había leído a Cicerón; pero como se complacía con la poesía y leía con predilección a Virgi- lio y a Horacio, y como ella tenía inspiración poética, sabía todo lo que concernía a este arte, y penetraba sin gran esfuerzo en la médula de los autores. “Luego insiste so- bre los méritos de M. Ménage, y dice: “¿En dónde se encontrarán poetas como M. Ménage que hagan buenos versos latinos, buenos versos griegos y buenos versos ita- lianos?” Era un ilustre personaje aunque sus envidiosos hayan dicho: “No sabía, sin embargo, todas las delicadezas de la poesía, pero Madama de La Fayette las entendía bien”. La persona que sentía así, y que prefería los poetas a todo, es la misma que se mostraba verdadera por exce- lencia, como M. de La Rochefoucauld dijo el ipleando una expresión que quedó imperecedera: “Talento poético y talento real, su mayor mérito y su mayor encanto estaba en la alianza de ambos”. Además, Madama de La Fayette tenía un gran cuidado (como Segrais nos dice) en no

tiene su nombre en cada página, y a ella están ofrecidas décimas, bala- das, éslogas y elegías. Buscando algo que tenga algún sabor, encuentro este madrigal que acaso me parezca más-“sentido porque está escrito en italiano.

In van, Filli, tu chiedi

Se lungamente durerá l'ardore

Che'l tuo bel guardo mi destó nel core Chi lo potrebbe dire?

Incerta, o Filli, € l'ora del morire,