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244 MADAMA DE LAFAYETTE

de Madama de Rambouillet, añade: “Madama de La Fa- yette tenía mucho de ella, pero Madama de La Fayette poseía un talento más sólido, etc.” Esta perfecta heredera de Madama de Rambouillet, esta amiga de siempre de Madama de Sévigné y de mucho tiempo de Madama de Maintenón, tiene su lugar en nuestra literatura, por la forma que hizo de la novela, y porque una parte de su divina razón la aplicó a poner un límite a los sentimenta- lismos que hasta entonces eran grandes con exceso, for- mando un género que encontró buena acogida entre los que parecían dispuestos a combatirle.

Este género secundario, en el que cierta delicadeza y un cierto interés bastan, sin que este de más el genio, si existe en él; que El Art Poética no menciona, que Le Sage y Juan Jacobo consagrarían; y que en el tiempo de Madama de La Fayette llegaba a los inmites conmovedores de Berenice y casi de Iphigenie. Madama de La Fayette hizo lo que muchos de sus contemporáneos ilustres se ha- bían propuesto. L'Astrée, implantando la novela en Fran- cia había sido la savia de interminables retoños, Cyrus, Cleopatra, Polexandre y Clélie. Boileau asestó un golpe con sus burlas lo mismo que a los poemas épicos, a Moise sauvé, a Saint-Louis y a La Pucelle; pero Madama de La Fayette sin burlas, y bajo la protección de sus antecesores que Segrais y Huet envolvían en las mismas alabanzas, les asestó el golpe más certero con su Princesa de Cleves. Y lo que hizo no fué inconscientemente, sino con propósito firme. Acostumbraba decir que un período suprimido en una obra valía un luis de oro y una palabra una peseta, y esta frase tiene un gran valor cuando se piensa en las novelas de diez volúmenes que era preciso suprimir. Proporción, sobriedad, honestidad, medios sencillos e ins- pirados que sustituyeron a las grandes catástrofes y a las frases altisonantes, tales son los caracteres de la reforma, O para hablar menos ambiciosamente, del retoque que hizo