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228 MADAMA GuUIZOT

y en cierto momento son de una sensibilidad y una elo- cuencia que nos conmueve. ¡Qué atractivo tan austero tie- ne el retrato del hombre indulgente! ¡Y cuántas veces se ocupa del amor, con qué complacencia grave y triste lo hace! ¡Cómo esta copa encantada delata la irremediable pena en medio de las disertaciones hijas de la prudencia! Madama de Condorcet había tenido la pasión y la llama del siglo xvi. La señorita de Meulan no había tenido de él más que las costumbres y ciertas maneras de juzgar y de decir, pues la pasión vino más tarde.

Sería muy del agrado nuestro, pero demasiado minu- cioso y demasiado extenso, recoger en los artículos de Ma-' dama Guizot todas las obs.rvaciones que le sugirió cada amor. Aunque la crítica literaria no sea nunca para ella lo principal, ha dejado huellas que yo sentiría ver borra- das o perdidas para siempre. Duclos no fué nunca -mejor descrito que en el folletón de pluviario del año xr. Tenía ciertas semejanzas su ingenio con el de Boileau, pero en ella predominaba la moral sobre la literatura. Conocía a maravilla la literatura inglesa, los poetas y los filósofos, y por ello se le podía también encontrar semejanzas con los grandes críticos y moralistas Addison y Johnson. En- cuentro en julio y en agosto de 1809 artículos de ella sobre Collin d'Harleville. Su talento distingue dos épocas dis- tintas separadas por la Revolución; la una está llena de éxitos y la otra de fracasos. En esta última Collin muy interesado con el cambio de las costumbres quiso juntarlas y fracasó: “Pues —dice ella— no era la sociedad que Collin d'Harleville estaba destinado a pintar; sus observa- ciones responden más bien a su interior que a su exterior, y así pinta mejor lo que siente que lo que ha visto”. El nombre de Collin d'Harleville quedará siempre en la his- toria de la literatura, y estamos expuestos, si no conoce- mos este juicio sobre él, a creer en otros menos exactos. Se reimprimían y se publicaban entonces hacia 1806 en Casa de Leopoldo Collin, una cantidad grande de cartas