RETRATOS DE MUJERES 221
perfecta, no trazaba en su derredor ningún círculo enga- ñador. La señorita Meulan no creía condescender al escri- bir extensamente sobre Collé. Entre un folletón sobre La Princesa de Cleves y otro sobre Eugenio de Rothelin, abor- da francamente la novela de Louvet, y sin indignación altisonante ni adoptar máscara, le reputó falso cuadro de costumbres y se lo entregaba a las costureras, tenderos de vestidos, peluqueros y escribientes de los procuradores an- teriores a la Revolución, para los que sin duda había sido escrito. La señora Roland, que encontraba esta novela bonita, y quien con secreto placer buscaba las costumbres de una sociedad que detestaba, habría enrojecido si hu- biese leído el folletón de la señorita de Meulan y se ha- bría curado de repente.
Un párrafo de las Contradicciones demuestra hasta qué punto el pensamiento se formaba solo en la señorita de Meulan. Cuando Pedro, animado por el mediano entusias- mo de su amo ante las columnas del Louvre, dice: “Sí, esto es bello; pero, con permiso del señor, a mí me parece que lo encuentran bonito porque para verlo hay que venir de lejos. A mí me gusta mucho más nuestra iglesia que tiene diferentes dibujos y figuras en los nichos, que estas columnas todas iguales y que no significan nada”. Esta opinión sobre el arte góticó imitada el año 7 pc” boca de Pedro, ¿no tiene otro alcance que el de una broma? Yo no me atrevería a afirmarlo. Pero yo encuentro más tarde en la señorita de Meulan opiniones igualmente nuevas y justas sobre poesía, que son como consecuencia de su inde- pendencia y de su recto juicio. En dos folletones de no- viembre de 1808 sobre el Uso de las expresiones comunes en Poesía, el crítico hablando de uh verso de Boudouin, en el que Lemercier había escrito chevaux en lugar de coursiers, intenta determinar las condiciones según las cuales se pueden introducir expresiones comunes en poesía. En otro folletón de marzo de 1809, acerca del Cristóbal Colón de este mismo autor, hoy tan negativo y entonces
