RETRATOS DE MUJERES 183
del derecho y disidencias sobre la medida de la libertad; pero la incompatibilidad radical de los principios, de cos- tumbres y de temperamento, un abismo, en fin, que se abrió el 2 de septiembre al paso de la Gironda, los sepa- raba de todos los demás hombres de los partidos extremos y sanguinarios y de los sistemas hoscos. Desde el momento en que matar llega a ser uno de los medios ante el que no retrocede el fanatismo, toda sociabilidad desaparece; lo que era el límite de la moral humana, de la naturaleza civilizada, queda violado, y la primera garantía de quienes somos, de que hablamos y discutimos con un semejante, no existe ya.
Pido perdón si insisto tanto sobre este abismo, sobre este estrecho Rubicón, pero sin fondo, que sirve de separa- ción entre los más avanzados girondinos y sus adversarios los jacobinos. La demarcación es históricamente esencial. Si hubiese en nuestros días una separación casi parecida (lo que Dios no quiera) entre partidos análogos, sería pre- ciso advertirles para que se librasen de la confusión. Tan- to era el candor de las almas girondinas de entonces, para no darse cuenta del punto radical que los separaba de sus futuros adversarios, como el que no existe en las almas girondinas actuales alumbradas por la experiencia para que lo disimulen.
Detalles intimos sobre Madama Roland nos so 1 revela- dos en la Correspondencia con Bancal, y vienen a aumen- tar el caudal de los que ya conocíamos. Muy dada a los afectos individuales, les otorga una bella y grande parte, los cultiva piadosamente, sin pensar en inmolarlos en el altar de la patria como una mujer espartana. Le gusta asociar los nombres de la amistad a las emociones públi- cas que invaden su alma y la enamoran. “Es añadir —dice en un estilo cuyo giro recuerda la conversación de Mada- ma de Wolmar—, es añadir al interés de una historia soberbia el interés emocionante de un sentimiento parti- cular; es reunir al patriotismo que generaliza, que enaltece