RETRATOS DE MUJERES 181
ción nacional, etc.” En cuanto a Brissot aceptamos por completo el juicio de Madama Roland sobre él, sobre su perfecta honradez y su condición de desinteresado; y así lo declaramos porque nos es doloroso y amargo el ver que los autores de la Historia de una Revolución que merece acreditarse, autores concienzudos y sabios, pero sistemá- ticos, reproducen como incontestables, imputaciones odio- sas contra la probidad del jefe de la Gironda. Es muy difícil, después de cincuenta años, limpiar a Brissot de las calumnias de Morande; pero toda la parte política de su vida rechaza y desmiente las recriminaciones hechas a la parte privada. Nacido en un país en el que Brissot vivió al principio, en Boulogne-sur-Mer, en donde trabajó con Swinton y donde se casó; pariente de personas que le aco- gieron y de la familia Cavilliers, que precisamente lo co- noció en los años a que se refieren las calumnias, nunca ha oído una palabra de duda sobre su integridad, y su pobreza siempre virtuosa. ¿La biografía de Brissot pre- senta, como intentan, en pretender la inmolación teórica de la Gironda protestante y corrompida, a Robespierre católico y puro? ¡Así sea! Lo que se puede afirmar es que este último sonreiría con su peor sonrisa al leer la biogra- fía de su víctima.
Se ve en la correspondencia con Bancal figu'ar con frecuencia Blot y Lanthénas, de los que la alejaron disi- dencias de opinión; Lanthénas, de quien Madama Roland habla en sus memorias como de un enamorado exigente y a quien llama en sus cartas el buen apóstol, lo era, en efecto, aun en la acepción más vulgar de la palabra. Exce- lente hombre, exaltádo, uno de los que la Revolución se apoderó en los primeros momentos y elevó en el aire como una cometa, hasta entonces de una gran utilidad, el ideal de famulus, quiso más tarde obrar y pensar por sí mismo, y perdió la cabeza en la revuelta, quiero decir el talento; pues Marat, para colmo de injuria, Marat, su ex-colega en medicina y que lo apreciaba sin odio, le hizo borrar de la
