174 MADAMA ROLAND
ximas— la teoría de que la seguridad es la tumba de las libertades y que la indulgencia para con los hombres que tienen la autoridad, servía para invitarlos a que fuesen despóticos. Más lejos pide a la Asamblea que declare la libertad ilimitada para la prensa, de la que se gozaba sin restricción en 1890. En una carta de diciembre del mis- mo año a Brissot resumía así todos sus consejos: “¡Cuen- tos y razón! No hay más que esto para arreglar los asun- tos y para hacer a los pueblos dichosos”. A través de esta flaqueza y de esta falta de ciencia política positiva, ve- mos algunas veces observaciones muy justas y muy pre- visoras que demuestran que tampoco se hacía ilusiones sobre el estado real 'de la sociedad. A propósito de un libelo de Lally-Tollendal, dicía de los hombres aliados a éste: “Adulan las pasiones de los descontentos, sedu- cen a los hombres sin firmeza, se aprovechan de los débi- les de espíritu; quitad a todos esos seres de la sociedad, descontad a los ignorantes que están influenciados por ellos a su manera, y veréis aun pocos seres de talento y qué corto número de personas sensatas fundan para re- sistir a la invasión y para predicar la verdad”. Mas el ardor del combate y una especie de alegría marcial la llevan a veces más lejos. Ante el peligro, sus expresiones son más vivas y su pluma lanza chispazos. Decía, escri- biendo a Bosc: “Decís que no se atreven a hablar; lo creo; pero lo que se debe hacer es tronar”. Una carta escrita a Lanthénas el 6 de marzo de 1790, comienza con estos gritos, tres veces repetidos: ¡Guerra, guerra, guerra! Y en todas ellas refrena con estos: ¡Salud y gozo! O bien: ¡Vigilancia y fraternidad! Se creería la voz del centinela desde la muralla que llama al combate al salir la aurora. El morbleu* se repite en todas sus cartas. Una carta a Brissot, del 7 de enero de 1794, acaba con estas: palabras: “Adiós, solamente; la mujer de Catón no se divierte en hacer cumplidos a Bruto”.
1 Especie de juramento jocoso. (N. del Te
